![]() El español es un idioma que hace una clara distinción entre «ser» y «estar». La RAE define ser como «haber o existir»; estar como «existir, hallarse en este o aquel lugar, situación, condición o modo actual de ser». Hasta hay chistes al respecto, como «no es lo mismo ser enfermo que estar enfermo». Aunque los hispanohablantes entendemos perfectamente, es difícil tratar de explicar la situación en otro idioma, donde solo hay un verbo para las dos cosas.
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![]() Mi mamá no cocina, no porque no sepa, sino porque no le gusta (aunque tenga postdoctorado en hacer tortillas a mano). Así aprendí que en esta vida hay que saber hacer de todo y hacerlo bien, pero sólo hacer lo que nos gusta. Mi mamá nunca me inculcó una religión, pero me llevó a varias iglesias, templos y lugares de oración para que yo tuviera conocimientos de las costumbres de cada religión y pudiera hacer una decisión informada. Así aprendí la importancia de la educación, la información y la tolerancia. No estaba tan joven cuando se murió mi abuelita, pero me acuerdo de pocas cosas sobre ella; de lo que sí me acuerdo mucho es de sus manos. Mi abuelita tenía las manos muy grandes. Cuando era joven, tocaba la guitarra de siete cuerdas y hacía zapatos. Todavía están por ahí los moldes que usaba.
Corría el año del 2000 cuando mi hermana, mi madre y yo nos embarcamos en un viaje memorable que no quedó documentado en ninguna foto ni red social, pero seguro estará por mucho tiempo en 3 hipocampos –la parte del cerebro responsable de la memoria a largo plazo, no el caballito de mar– y, ojalá, después de leer esto en muchas otras (sí, la tuya). No había Facebook, Instagram o Twitter. En general, el uso comercial del Internet estaba apenas empezando en México (y en el resto del mundo) y no había muchas páginas para compartir historias tanto como las hay ahora.
![]() Mi primer día de clases en la Celestín Freinet es algo que siempre voy a recordar. No porque fue una escuela en la que quise estar desde que tenía 4 años. No porque estaba feliz de ya no estar en una escuela católica. Sino porque, el miércoles 11 de marzo de 1998, ha sido uno de los días más incómodos de mi vida. A las 7:30 de la mañana entré a un salón de ladrillo con cuatro mesas. Todas las mesas estaban llenas excepto la que estaba frente al pizarrón, que tenía un asiento vacío. Me acerqué a la mesa porque iba a comenzar la clase de matemáticas y necesitaba un lugar. La conversión, exactamente como sucedió, fue así: |
#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
Abril 2018
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