No estaba tan joven cuando se murió mi abuelita, pero me acuerdo de pocas cosas sobre ella; de lo que sí me acuerdo mucho es de sus manos. Mi abuelita tenía las manos muy grandes. Cuando era joven, tocaba la guitarra de siete cuerdas y hacía zapatos. Todavía están por ahí los moldes que usaba.
1 Comentario
Corría el año del 2000 cuando mi hermana, mi madre y yo nos embarcamos en un viaje memorable que no quedó documentado en ninguna foto ni red social, pero seguro estará por mucho tiempo en 3 hipocampos –la parte del cerebro responsable de la memoria a largo plazo, no el caballito de mar– y, ojalá, después de leer esto en muchas otras (sí, la tuya). No había Facebook, Instagram o Twitter. En general, el uso comercial del Internet estaba apenas empezando en México (y en el resto del mundo) y no había muchas páginas para compartir historias tanto como las hay ahora.
![]() La segunda vez que estuve en Noruega en pleno invierno, a Chris y a mí nos dio un ataque de espontaneidad. Estábamos viendo en la tele un programa sobre la Aurora Boreal y se nos ocurrió buscar en línea qué tan lejos nos podía llevar un tren desde Oslo. Revisamos los itinerarios y compramos un boleto para el día siguiente hacia Bodø, un pueblito perdido en el norte de Noruega que ya está dentro del círculo polar. Nos fuimos con una caja de galletas, un montón de agua y toda la ropa térmica que teníamos. Supongo que muy poca gente tiene la valentía de sentarse en un tren por 18 horas, sobre todo porque hay aviones que te llevan en 1 hora por el mismo precio (si reservas con anticipación). Casi siempre hay conexiones en las ciudades más grandes, así que hay que parar. Salimos de Jernbanetorget hacia Trondheim. En Trondheim esperamos una hora para ir a Bodø. |
#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
Abril 2018
Categorías
Todos
|