![]() Bien podría venderla esta historia a Silvia Pinal. El año pasado, cuando fui a Xalapa, andaba comiendo helado con mi mamá en Los lagos; de repente, muy al estilo de mi madre que siempre se guarda los mejores chismes, me enteré de la razón de mis desventuras. // Nos conocimos en 2010, unos meses antes de irme a Oslo. Él era el amigo de un amigo de mi novio; los tres querían comenzar un negocio de pizzas. Estábamos en la casa del amigo aprendiendo a hacer la masa y él estaba parado frente a mí, del otro lado de la mesa. Estiró los brazos para tomar mis manos, «qué chiquita estás». Con su índice, me puso harina en la nariz. La cocina estaba llena de gente, pero para mí estábamos solo él y yo. En septiembre, año del bicentenario, mi novio hizo una noche mexicana en la azotea de su casa. Había tequila por todos lados. En la madrugada, subí al tapanco en el cuarto de su hermano porque ya no aguantaba más el sueño y alguien me abrazó. De repente llegó el hermano, «te voy a llevar al cuarto para que descanses»; no sonaba muy contento. Al día siguiente me enteré quién me estaba abrazando. Como todos los flechazos, todo lo que hacía me parecía una maravilla: la música que escuchaba, las pláticas, su vida, su risa tarada, sus dibujos de dragoncitos. Era como ir en un coche sin frenos a toda velocidad: loco, pasional, ilógico, sexy, pero sobre todo, fugaz. A dos meses de terminar mi relación de casi 4 años para comenzar este amorío, desapareció. Hasta la fecha, mi ex novio (al que terminé por él) y él me tienen bloqueada en Facebook, Twitter, su correo electrónico, el teléfono y, probablemente, hasta de su rango de visión. Por más que intenté contactarlo, nunca recibí respuesta. Horas antes de irme a Oslo, apareció. Me dio una notita con su dirección, «si algún día vas a París, envíame una postal».
// Mi mamá, una de las personas más pacíficas que conozco me dijo: «¡Ay! pues es que yo como te veía llorando todo el tiempo, pensé que te trataba muy mal. Entonces un día le llamé y le dije: si te vuelves a acercar a mi hija, te mato. ¡Yo qué iba a saber!».
3 Comentarios
vianey...
20/5/2015 01:05:38 am
jajajajjajajajajajajajajaja morí!
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Geli
20/5/2015 06:08:05 pm
No sé si te lo sabías, cuando pasó en su momento. La verdad fue una onda bien intensa; se merece su propio libro.
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Vianey...
20/5/2015 10:55:44 pm
pero claro que lo viví... es mas tengo una foto en un billar...un encanto de acompañante que no dejaba de observar, tu diminutez :P
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#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
Abril 2018
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