Hoy me desperté bien descansada, escuché el viento en la ventana y vi los arbolitos sacudirse hacia la izquierda mientras se les caía la nieve. El aire estaba muy fresco, algo que siempre me da mucha paz y me hace sonreír. A pesar de que ayer hice mucho ejercicio, no me dolía el cuerpo. Hoy iba a ser un buen día.
Tenía planes de ir a la biblioteca a devolver tres libros, a la tienda de electrónicos a dejar la waflera rota, a la tienda de manualidades a gastarme una tarjeta de regalo, a la tienda departamental a comprarle un regalo de Navidad a mi amante y luego ir a algún café con amiga Liza pero mi útero tenía planes diferentes para mí el día de hoy.
No es que me haya tomado totalmente por sorpresa. Mi periodo menstrual suele ser muy regular y sabía que de esta semana no me escapaba. Ya estaba vestida y lista para salir, hasta el cabello se me veía hermoso pero los cólicos me atacaron y acabé en el sofá comiendo galletas con queso y jugando Design Home.
Afortunadamente me tocó crecer en una familia feminista e informada. También me tocó tener amigos y amigas que siempre fueron muy abiertos y normales, como debe ser e incluso en situaciones medio de emergencia, con el tema de la menstruación. Ya con el tiempo me fui encontrando personas e ideologías diferentes respecto a un proceso TOTALMENTE natural. Me han recomendado baños de asiento, ponerme en cuclillas mientras me baño y otros remedios místicos para evitar morir desangrada durante mi ciclo menstrual. Cosa que, por cierto, no pasa. A nadie. Nunca. A casi 20 años de la menarquia (de mis palabras favoritas; me suena como a algo súper poderoso), me sigo enterando que, desafortunadamente, no a todas les ha ido como a mí. Hay muchas chicas que crecen con la idea de que la menstruación es algo sucio, de lo que hay que avergonzarse y de lo que nunca hay que hablar porque es vulgar y feo. También hay mujeres que solas se echan tierra y se llaman a sí mismas asquerosas al estar menstruando. En partes del mundo donde los servicios sanitarios son carentes, la menstruación evita que muchas niñas en edad escolar vayan a clase. A la larga, una ausencia escolar de 12 semanas al año hace que la mayoría de las chicas no logren terminar la educación básica. En México, por ejemplo, según algunos estudios clínicos, la ausencia escolar a causa de la menstruación es tan alta como un 42%. Peor aún es la idea que la menstruación deba doler o ser cuantiosa. Hay muchísimas mujeres que sufren dismenorrea y están convencidas de que es normal. De hecho, a pesar de que se reporta quehasta un 90% de las mujeres sufre dismenorrea en su vida, solo entre el 0.4 y el 15.5% de las mujeres que la padecen acuden al médico. Ciertamente he tenido mucha suerte. La primera vez que tuve mi periodo, por ahí de marzo o abril del 98, mis tías estaban muy emocionadas y me compraron un paquete de toallas sanitarias y hasta hubo una mini fiestita/anuncio público al respecto (no con la finalidad de burlarse de mí ni nada feo por el estilo, aclaro). Además de feminista, también me interesan los derechos ambientales y desde hace casi dos años comencé a probar unoscalzones amigables con el ambiente (la marca se llama Thinx), porque eso de estar tirando algodones y plástico con desechos menstruales doce veces por año se me hizo demasiado. Sé también que hay otras opciones, como la copa menstrual y las toallas reutilizables pero no he probado nada de eso, así que no lo puedo recomendar. De por sí, nunca me ha apenado la menstruación, pero ahora hasta me da gusto porque puedo usar mis súper calzones. Estoy enamorada de ellos. Son un poco caros pero han valido cada centavo. Sigo sin entender cómo funcionan y cómo es que se les escurre nada de un lado, mientras absorben todo el otro, así que decidí ponerlos a prueba. El año pasado, mientras andaba de vacaciones en Grecia [y menstruando], los usé para meterme a nadar al mar, por tres razones: 1. Tenía muchísimo calor y realmente me hacía falta refrescarme en el agua. 2. Empaqué sólo los negros y combinaban muy bien con el resto del traje de baño [foto abajo]. 3. En vista de mi espíritu científico que renació después de visitar Atenas, quería ver que tanta agua aguantaban.
Sorprendentemente no acabó todo como una escena de cualquiera de las películas del tiburón. Aguantaron más de lo que pensaba, se me quitó el calor y fui feliz. Lo más curioso fue que de repente me sentí como que estaba haciendo algo prohibido y a la vez sentí que estaba llevando el feminismo un paso más adelante.
Espero que la próxima vez que estén menstruando (o su pareja/novia/persona con útero) sean más conscientes del cuerpo humano. Si les duele mucho, vayan al médico. Si no les duele, sean felices por estar sanas. Recuerden también que con la compra de ciertos productos para la menstruación (como los calzones que yo tengo, denle clic aquí para comprar) pueden ayudar a que niñas en zonas rurales tengan acceso a productos higiénicos, lo que a su vez ayuda a que más chicas puedan terminar los grados de educación básica y, más importante, dejen de sentirse avergonzadas por un proceso fisiológico totalmente normal. ¡Gracias por leerme! Espero sus comentarios.
1 Comentario
|
#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
Abril 2018
Categorías
Todos
|