ANGELICA ZETINA
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La tortuga albina nos visita

16/10/2014

2 Comentarios

 
Él y yo nos conocimos al principio de un camino que ninguno de los dos terminó: la licenciatura en física. No les voy a mentir. La primera vez que hablé con él fue en plan ligador. En es mismo momento me enteré que pronto iba a ser papá (y eso de andar con hombres casados y con hijos es algo que sólo he hecho una vez y no lo vuelvo a hacer), así que mi plan de ligue se acabó, pero comenzó una muy buena amistad.
Entre otras cosas, a los dos nos gusta eso de la escritura. Hay muchas cosas que admiro de él, pero lo que más me gusta es que se atreve a poner en papel toda la intensidad que trae en la cabeza. Yo la verdad, me siento más cómoda traduciendo textos científicos y hago de cuenta que no soy así de intensa.

Aunque hay otra de sus historias que me encanta, acá les dejo una igual de intensa, escrita exclusivamente para este blog. ¡Disfruten!
Concierto para tarde y orquesta No. 2

Media tarde, el sol cayendo una vez más dejando el bochorno por el pueblo. Ya un descanso prolongado, una siesta pequeña, merecida recompensa al trabajo duro del día; él campesino, ella panadera, los dos, una casa, el horno y una mesa de madera. Se miraban fijamente, como si jugaran, como si se sentenciaran, buscaban justicia, se buscaban entre ellos. 

El calor rodea el hogar, esa guarida clandestina de pasiones, de amores, de quereres. 

Acercó él los bultos de harina y azúcar al costado del horno, figuraba una trinchera vertical al tamaño exacto de su altura. El calor del horno y del sol de ese día invitaba a dos cosas solamente: una era morir derretido al instante y la otra era luchar desnudos, unirse a la lujuria vespertina provocada por el sudor en cada centímetro de piel, en cada pliegue, en cada gota de sudor. La lujuria viajaba en el aire, en los aromas del campo, en la humedad de las matas, en el sabor de la tierra se escondía; subió por él cuando araba el campo, cuando sus manos llenas de lodo mezcló el deseo de la naturaleza con su instinto de supervivencia, la ideas llegaron a su mente; la visualizaba andando por senderos alfombrados de flores, caminaba desnuda, con su piel toda blanca, al borde de la transparencia buscaba la suavidad con su imaginación, sus manos llegaban a decirle que la tenía entre ellas, que podía tocarla, apretarle... Y otra vez caía en cuenta que estaba solo, abandonado en su trabajo con toda su ansia en la frente y la hinchazón de su deseo por reventar los pantalones. 

A ella la lujuria le había subido al revolver el agua y la manteca en esa fuente blanca de suavidad infinita, se hallaba en el punto más centrado de la mesa y empujaba la mezcla espesa con la fuerza de sus caderas, se dejaba recargar sin querer sobre la gruesa tabla en un descuido de su propia fragilidad ante tu sentido sexo, sus brazos estaban dulces, cubiertos de esa fina capa de simulación a maquillaje; se acariciaba las manos y subía hasta su cuello imaginando que en ese momento él llegaba para tomar y dirigirle, fusionándose es un solo recorrido a dos manos por los cuerpos ahora juntos, enredados, apretados; ella también de repente era despertada por la propia realidad que le hacía llevar las charolas al horno y esperar. 

Por eso se veían con insistencia, por la culpabilidad de su pecado pero queriendo intuir que al otro sintió lo mismo. Entonces se abandonaron, se dejaron caer al deseo y entre los bultos blancos comenzaron a buscarse sus cuerpos, a identificar bajo de sus ropas cada piel, cada articulación, cada palpitación, cada suspiro. Se trataron como desesperados, como sentenciados a castigos eternos; quemándose; fueron poco a poco a desprenderse de cada prenda y cayendo una a una al suelo, junto con pedazos de su alma, con partes de su espíritu. No había más, no había ellos, no había nadie, eran un par de ánimas olvidadas en un paraíso tan caliente como el infierno; sus labios lucharon boca a boca, boca a mano, boca a brazo, boca a pecho, a seno; las piernas ahora sabias buscaban el acomodo correcto, el embonar perfecto de dos cuerpos moldeables y urgentes; la ansiedad llegó a su máximo cuando la espalda de ella se alineó a la pared, en una especie de blasfema crucifixión. Cuando volaba y galopaba entre los brazos de él, al ritmo frenético de su incipiente locura, ya no hizo falta buscar más voluntad, ya estaba en un trance exquisito en que la sincronía de los jadeos, gemidos y el vaivén de los muslos ambientaban en una música natural el retrato de aquel lienzo enmarcado cuando la noche empezaba a exhibirse. Los cuerpos de aquellos desconocidos lloraban en ríos y ríos de sudor dorado, abrillantando cada curva y relieve de su extensión, como pudo, ella lo condujo a la mesa, en una especie de ritual macabro, con todo su interior tan lleno de él subió a la mesa, la sensación de la fina capa blanca sobre su espalda, sobre su vientre, debajo de sus muslos estimuló una catarsis intensa en la que como última voluntad cerraron los ojos y sonrieron de pensar que la muerte podría llegar y se irían gustosos, puesto que el fuego de esta vida lo habían robado en ese momento, los cuerpos quedaron inertes sobre la mesa, con los brazos y piernas idos, sólo había respiraciones entrecortadas que daban el ritmo a la música ahora presente como el último movimiento del sinfónico desborde de semejante pasión. Vieron nuevamente sus ojos, reconociendo ahora esas miradas, expresando el mutuo agradecimiento de la existencia de ese brillo divino. Las manos entrelazadas, juntas, era el símbolo permanente a la alegoría a el hecho previo y la promesa de su complicidad.
2 Comentarios
dr.murdock
17/10/2014 09:11:43 am

conozco a Sergio desde niño y es uno de los que mas estimo, pues aunque por extrañas razones, que ahora veo , la contrastada madurez de su persona y su tolerancia a ciertas cosas, creo hacen de el y su tortuga, algo idílico, otro valor que tiene es que le gusta participar.... si me paso de honesto, lo se, cuando describo algo, quisiera pedirle disculpas a el y a usted Gelly por las "verdades" que suelo decir..gracias

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andres ayala
17/10/2014 09:22:24 am

además creo que usted lo mas grande que tiene es que esta chaparrita como yo...una bendición...amo a dios por eso..

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