Aunque muchos tienen la idea que soy una rebelde, revoltosa [mi mamá, entre ellos], en realidad siempre he seguido las reglas que tienen sentido, –por lo regular– sin cuestionarlas. En los casi siete años que llevo felizmente muy feliz (mucho MUCHO) con una relación abierta, nunca he pensado que mi relación sea algo que hago para ir contra la norma; es pura lógica.
Por ejemplo: tiene sentido separar la basura para hacer más fácil el reciclaje o cruzar la calle sobre las marquitas designadas para ello; que las niñas deban usar falda y los niños pantalón no tiene mucho sentido [por lo menos, no en mi cabeza]. Como observadora del mundo animal y el comportamiento de la mayoría de los mamíferos, fuera del reglamento eclesiástico, social, heteropatriarcal, el matrimonio y la monogamia tampoco se me hacen muy lógicos que digamos y, por lo tanto, son reglas que no sigo. No quiere decir que no respete a quienes deciden ser monógamos [aunque a veces parece que a los monógamos sí les molesta un poco que yo no lo sea... pregúntenle a mi tía o a mi mamá].
Ahora, antes de que levanten el índice con su respectiva refutación, quiero aclarar que los que me conocen saben que soy una romántica y que mi postura sobre la monogamia y el matrimonio no tiene nada que ver con el amor (o lo que opino de él) ni con tenerle miedo a la responsabilidad o el compromiso. Tampoco soy roba-hombres ni rompe-matrimonios, ni ando buscando algo que siento que a mi relación le falte.
También aclaro que sí sé que existen animales monógamos; aquí les dejo una lista. Para los seres humanos, sin embargo, esto es más bien cosa nueva, incluso todavía más nueva que toda la era de Jesucristo que lleva –según– unos 2017 años. El antropólogo Kit Opie se ha dedicado a investigar y escribir sobre el cambio en los primates hacia la monogamia. Pueden leer aquí un extracto en inglés sobre su investigación. Obviamente, mi postura no tiene nada que ver con reglas sociales o religiosas (sobre todo religiosas; soy la única de todos los 300 y tantos miembros de mi familia, ambos lado maternal y paternal, que no tiene sacramentos católicos –¿por qué? no sé... ese es otro chisme aparte–). Sin necesidad de ventanear a nadie, todos tenemos algún amigo o familiar (o a veces es uno mismo) quien ha estado en medio de un desastre amoroso por engaños. Los celos y los engaños son también de las cosas que nunca he seguido del todo porque, en mi cabeza, no tienen sentido y porque muy pronto me di cuenta que la cosa por ahí no iba. [Ahora con un poco más de ganas de ventanear a todos] También han sido muchas las situaciones feas que he visto con amigos y familiares que sucedieron por querer vivir una vida monógama cuando claramente la persona no tiene ganas. Parece ser el caso, además, que a las personas que no les gusta aceptar que no quieren ser monógamos también les gusta un poco decir mentirillas o no ser del todo honestos con su pareja o peor aun, consigo mismo. Así, para responder a una de sus preguntas frecuentes, decidimos tener una relación abierta [porque tampoco fue nada más decisión mía, ni algo que se haya discutido a la ligera] porque siento que hago todo lo moral y lógicamente correcto en cuanto a mis valores y a lo que quiero en una relación: respeto, honestidad y confianza. Como respuesta también a otra pregunta frecuente: no. En mis relaciones anteriores nunca hubo respeto, honestidad o confianza al nivel que yo creía o que me esperaba y no digo que sea imposible tener esas tres cosas en la monogamia. Simplemente, en mi experiencia, la situación nunca fue así. No intento adoctrinar a nadie, solo explico por qué hago lo que hago. ¡Gracias por leerme! Espero sus comentarios.
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#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
Abril 2018
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