Nunca he estado en la cárcel, más que aquella vez que dormí en una celda en Cosamaloapan y me llené de pulgas, pero alguna vez estuve inscrita por un año y medio en algo parecido. Mi madre no es una persona muy religiosa y mi hermana no era lo loca que es hoy en día. Entonces, siempre he sido la oveja descarriada y sacrílega de la familia, sin ningún sacramento religioso mas que el bautismo católico. Para mi mamá, madre soltera, era más sencillo tener a sus hijas en la misma escuela y mi hermana y yo nunca nos quejamos de nada mientras nos cumplieran nuestros berrinches (hasta la fecha), yo siempre quise ir a la Freinet, donde estaba todas las tardes ensayando con La Pequeña Cantoría, pero quedaba muy lejos de mi casa y mi madre siempre pensó que era muy cara. Mi hermana tomó sus clases de catecismo y tiene la primera comunión y confirmación católicas, aunque cuando se casó, se casó por la iglesia cristiana presbiteriana. Conmigo, no se tomaron tanto la molestia; me llevaron a clases de catecismo (2 veces), pero lo mío era más bien leer Julio Verne en lugar de la Biblia. Después de terminar la primaria, la secundaria que quedaba más cerca de la casa era la Escuela Morelos. Ahí inscribieron a mi hermana, donde se hizo fama de artista, cantante, bailarina, gimnasta y todas las demás maravillas que mi mana es (¡y MÁS!♥). Cuatro años después me tocaba seguir sus pasos, pero desde antes de empezar las clases, en la orientación, ya estaba puesta en la lista negra por «rebelde». Ya en las clases, me enteré que la escuela era católica y, mejor aún, me enteré del sistema de reportes que básicamente te penaliza por vivir la vida. La lista es larga y tortuosa, pero acá les dejo unos ejemplos.
De la tabla anterior, si hacen la aritmética correspondiente, se necesitan 25 reportes para que te saquen de la escuela. Fue un lunes, 9 de marzo de 1998, cuando sacaron mi expediente de reportes: 52. De nuevo con la aritmética, un poco más del doble de 25. Mandaron a llamar a mi mamá (que ya está acostumbrada) y le explicaron que tenía mucho tiempo que querían correrme pero que mis calificaciones eran las mejores de las clases; si me sacaban, el promedio general del salón bajaba y necesitan comprobar ante la SEP un promedio mayor a 8.5 por salón o la escuela perdía la licencia de afiliación. Probablemente, la mayoría pensó que era un castigo. Para mí, hasta la fecha, ha sido la oportunidad más maravillosa de mi vida. Fue un miércoles 11 de marzo de 1998, mi primer día de clases en la Celestín Freinet, que resultó ser 90 pesos más cara que la Morelos, a lo que mi madre respondió: «De haber sabido...».
3 Comments
Roger
27/11/2013 06:33:17 pm
xD me gusto la parte donde la escuela tenia que justificar el promedio, en mi salón te hubieran odiado por ser inteligente pero les hubieras caido bien por ser rebelde o llenar 2 hojas de reporte, que en ese entonces los mas populares presumían
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Geli
10/1/2014 04:34:41 pm
Muchas gracias por tu comentario.
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dr. murdock
15/10/2014 06:37:25 pm
es curioso que la rebeldía siempre odia a dios, y dios nos ama a todos, yo viví diez años como un apostata y escritor de herejías y satanismo y ba..bla..abla...y creo es parte del misterio de la creación que dios fue a mi encuentro al infierno...por eso creo que tal vez hubieras realizado muchas cosas si tan solo te hubieras alejado de la soberbia.. que es obvia en usted... y aun así vive en gracia con dios y no lo sabe,...me gusta Verne pero jamás se compara con la vida de Job.. o con el evangelio de juan..
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#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
September 2020
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