Era el clásico amigo del amigo: en la secundaria yo tenía una amiga que se cambió de escuela. Después, entramos a la prepa y ella hizo nuevas amigas. Una de estas nuevas amigas tenía un hermano, y este hermano era grafitero. Nos conocimos en un destino paradisíaco en unas vacaciones de Semana Santa. En la noche, sentada en la arena frente a la cancha de volleyball, se acercó a mi y me deslumbró con su conocimiento sobre las constelaciones, que seguramente aprendió viendo los Caballeros del zodiaco. En la vida, me he enamorado tres veces; esta fue la primera. Amante de la lectura, el chocolate y las boy bands, buen bailarín con dotes de escritor y muy malos amigos. Ni mi mamá, ni mis amigos, ni mi familia estaban particularmente complacidos o asombrados con mi conquista. Tal vez la más piadosa era mi hermana, quien hasta la fecha dice que «está medio guapo pero se viste muy mal». Para mí, el hombre me sigue encantando y puedo pasar las horas platicando con él por mensajes instantáneos como lo hacíamos hace 12 años, con la diferencia que ahora ya no me tiemblan las manos ni se me acelera el corazón cuando lo veo «conectado», y que él está casado y tiene 3 hijos... De las mejores memorias que tengo en la vida fue el día que hice un berrinche porque quería helado de Coatepec. Ni él ni yo teníamos dinero. Después de media hora de patalear (literal), me dijo: «¿De verdad quieres tanto, tanto, tanto el helado?». Estábamos en su casa y caminamos hacia la avenida principal. Sin un peso en la bolsa, me tomó de la mano y me subió a un camión que iba a Los Sauces, donde van los camiones a Coatepec. Yo miraba para todos lados y le decía: «¡¡Pero no tenemos dinero!!». De repente, se puso a cantar. Recogió el dinero y repetimos la acción. Mi corazón, totalmente derretido; el helado de mango aguantó hasta que regresamos a mi casa. Pero no todo es miel sobre hojuelas, ni helado de mango, y es que si hay algo en lo que la mayoría de los hombres mexicanos no creen –a ninguna edad– es en la fidelidad. Alguna vez le regalé El Hobbit y una botella de jarabe Hershey's para hacer malteadas. Un día que salí temprano de clases quise sorprenderlo, pero OB-VIA-MEN-TE la sorprendida fui yo, cuando antes de siquiera llegar a su casa lo vi en el parque, sentado en un columpio, con la vecina sentada sobre él, dándole de comer en la boca el chocolate que yo le regalé. ¿Cómo sabía que era exactamente ese? ¡Porque estaba forrado con un papel con manchas de vaquita! Como buena mujer abnegada y rogona que ERA, le dije que no me importaba, que no me dejara, que me iba a matar si no –y muchas otras cosas azotadas por el estilo–. Ahí empezó lo mejor, porque él comenzó a darse cuenta que podía hacer conmigo lo que se le diera la gana; le compré cuantos accesorios y juegos para su Play Station y básicamente todo lo que me pedía para que no me dejara. Aún así, me mandaron a volar, primero él y luego mi mamá que me llevó al avión de regreso a Estados Unidos. Ya no podía estar en el mismo país porque todo el tiempo iba a rogarle, a espiarlo, a seguirlo. Hasta su madre habló conmigo para pedirme que dejara de buscarlo y me dijo con toda sinceridad: «Tú eres una muchachita bien, Angélica. Mi hijo no vale la pena». Horas antes de tomar el autobús hacia el aeropuerto fui a su casa a despedirme de él. Cuando llegué a California, desempaqué mi ropa y en el fondo de la maleta tenía unos boxers amarillos que me había robado. Después de siete años de tener la pregunta rondando en mi cabeza, resultó que la respuesta era tan sencilla de obtener; le pregunté directamente: – ¿Por qué nunca me quisiste? –¿Qué? No digas eso. Era todo lo contrario, siempre fuiste muy fría conmigo. Tras otras horas y horas de más de plática por mensajes instantáneos llegamos a la conclusión de que esa relación se vivió en dos universos paralelos, el suyo y el mío. Hay cosas que son y cosas que no son. Esta, en cualquiera de los dos universos, nunca fue.
5 Comments
dasek
27/11/2013 10:56:46 pm
Vaya me sorprende, en cuanto la cancion empezo cual fue mi sorpresa, aun me la se a la perfeccion, me veo medio loco aqui cantandola donde estoy, pero bueno si en un camion importo poco pues aqui menos, vaya , no tengo muy claro que decir, es solo ,, que buen post , y la historia es verdaderamente interesante ,y aun hay mas anecdotas que sacar de esa relacion, que a lo mejor como relacion no estaba destinada a ser lo que si es y siempre sera esa una larga amistad entre tu y yo que esa seguro estoy siempre estuvo destinada a serlo.Un beso y un abrazo, Miss Hillinger.
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Geli
10/1/2014 04:38:57 pm
Gracias, Lalito
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Sergio Jimarez
10/1/2014 03:38:04 pm
Los Caballeros del Zodiaco son la ley, yo también aprendí de constelaciones y dioses antiguos con ellos.
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Geli
10/1/2014 04:37:30 pm
Yo siempre fui de esas raras que nunca me gustaron los Caballeros del zodiaco, porque nunca les agarré la onda :/ y todo se me hacía demasiado largo; aparte, como es una de las series más largas, si te perdías una parte, como que ya no entendías todo lo demás.
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Sergio jimarez
10/1/2014 05:31:23 pm
Yo le propuse a Mile que viera Candy Candy, la estuve viendo con ella, me gustó mucho. (Alto recomiendo) Leave a Reply. |
#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
September 2020
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