![]() El lunes pasado visité un jardín de niños en Horten para ver cómo funciona el sistema educativo noruego y platicar con los niños (quienes probablemente hablan mejor que yo). Después de 7 horas, sigo viva. Llegué un poquito antes de las 9 de la mañana. El grupo con el que estuve eran los niño de tres a cuatro años. Los salones tienen mesitas y áreas de juego, pero no hay, como tal, un salón de clases; los asesores leen libros y cantan canciones sobre la limpieza, los animales y todas esas cosas de la vida, pero –como tal– no enseñan nada. No hay calificaciones, no hay clases. El jardín de niños en Escandinavia (porque el sistema es parecido en Suecia, Finlandia e Islandia) es un lugar para jugar, socializar y aprender a interactuar con otras personas, aunque parece ser que estas habilidades se les van con la edad adulta, porque muy sociables, no son. Sí hay grupos definidos por edad pero durante las horas de juego, todos están revueltos.
Por lo regular, hay un patio muy grande con juegos o un arenero y básicamente todos hacen lo que se les da la gana. Juegan con los juguetes que quieran (siempre y cuando estén disponibles) y caminan por donde quieran. Están más en contacto con la naturaleza y el mundo exterior. Aún con nieve, lluvia o frío, a todos los sacan mínimo dos horas a jugar; esto también incluye al grupo de los más chiquitos, de uno a dos años. Los más grandes (en la mayoría de los casos) respetan a los más chicos y todos juegan en el mismo lugar, sin romperse nada. En el arenero había un barco de madera, como de 1m de alto y unos 2m de largo, donde los niños podía subir y saltar hacia abajo (yo, en pánico). Todos estaban formados y saltaban hacia abajo, muy ordenados. Cuando uno ya no quiso saltar, ni lo empujaron, ni lo molestaron; se hicieron a un lado para que pudiera regresar y bajarse. Donde yo estaba, había niños jugando con plastilina. Varios tenían cuchillos de metal para poder cortar más fácilmente. Yo, de nuevo en pánico, vi que nadie se sacó un ojo ni se cortó. Todo lo contrario. A los niños se les da la responsabilidad de su seguridad muy pronto y, a pesar de que corren con cuchillo en mano, se comportan de forma muy civilizada y segura. A la hora de la merienda entran todos a la cocina donde NUNCA, NUNCA, NUNCA existe ningún tipo de adoctrinamiento ni preferencia según el género. Jamás se oyen frases, ni se comenta siquiera remotamente que las niñas deben servir o lavar o ayudar a los niños. ¡NO! Aquí todos hacen todo (y normalmente este tipo de comportamientos también continúa en casa). Desde antes de poder hablar, se les enseña que ambos géneros son iguales. NO estoy diciendo de ninguna manera que los niños aquí se comportan mejor que los niños en otros países (niños cabroncitos hay en todos lados), sino que son adultos quienes diseñan los sistemas educativos y –aunque no estoy muy de acuerdo con que no tengan clases formales– me parece que una sociedad con equidad de género, respeto, transparencia y muy poca corrupción empieza al revés que como muchos políticos opinan. De nada sirve mostrar en un salón que todos hacen lo mismo y tienen responsabilidad por lo mismo si al llegar a casa es nada más una persona quien hace ciertas actividades. Tampoco sirve de mucho que no haya reglas formales para la protección infantil y que en muchos países los niños tengan menos derechos que los adultos. Lo que sí sirve es vivir y educar con valores de equidad, paz y respeto. El país es lo de menos.
0 Comments
Leave a Reply. |
#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
September 2020
Categorías
All
|