![]() Los que me conocen desde hace más de 20 años, seguro que alguna vez han visto mi gigantesca casa de muñecas que fue la sensación de todas mis fiestas de cumpleaños, cuando estaba en la primaria. La casa de cedro, de unos 50 kgs y 1.20m de alto, es una réplica de la casa que era de mis abuelos, que ahora es de mi mamá. En la madrugada de un Día de Reyes en 1991 esa casa de muñecas llegó a la casa de mi abuelita, junto con unos Cabbage Patch (Sandy y Miguelito). Todo mundo se dio cuenta. La casa era tan pesada y la puerta de entrada, que en aquel entonces era una puertita amarilla y ahora es un portón azul, eran tan chiquita que fue imposible meterla discretamente. ![]() Aún así, me hice la sorprendida a pesar de que mi hermana y yo habíamos apartado los muñecos desde diciembre en la papelería Tony que estaba en Lucio, en el centro, que tenía un departamento con juguetes. La casa tenía luces en cada cuarto, puertas, ventanas, muebles, un balcón y dos contenedores para plantas en la parte de afuera. Nunca me llamaron la atención las barbies, aunque me regalaron un montón. Lo que me gustaba era acomodar los muebles, hacerle ropa a las muñecas y cortarles el pelo. Todavía sufro porque nunca tuve la barbie súper peinados. También le sacaba todos los muebles a la casa y me dormía en la sala. Nunca he sido muy alta, pero la casita era lo suficientemente grande para que una niña cupiera en el piso de abajo. A veces abría todas las puertas y encerraba al gato en el último cuarto, para ver desde afuera como cruzaba todas las puertas, bajaba las escaleras y salía por la entrada principal. aparte de eso, realmente nunca usaba la casa para jugar. Mi tía me dio unos pedazos de tela con los que hacía ropa para las muñecas, pero nunca me dejaban mucho tiempo con agujas o tijeras. Hasta la fecha, a mis casi 30, mi mamá no me deja tocar su máquina de coser, porque dice que la voy a romper. Ahora que ya no vivo con mi mamá y tengo mucho tiempo libre, me dedico a jugar con agujas, tijeras, grapas, pegamento tóxico y todas esas cosas agresivas que los papás nunca le dan a sus hijos, con o sin supervisión. Ya que mi abuela nunca me enseñó a hacer zapatos y mi mamá nunca me deja tocar la máquina de coser, aunque sí me enseñó a tejer, decidí (con la ayuda del Pinterest) enseñarme a hacer todas esas cosas que tenía ganas de hacer desde hace unos 25 años. Tal vez, después de más de dos décadas de práctica, ahora sería la nueva Coco Chanel, pero muy chica me cortaron la inspiración y me dieron una flauta transversa. Aquí mi primer intento de hacer zapatos, con un patrón que encontré aquí. Qué lástima que mi abuelita se murió hace tantos años. me hubiera gustado saber su opinión.
2 Comments
marisela
12/8/2014 09:17:08 am
Pues estaría muy orgullosa de ti y podrías aprender con los tios de naolinco ya vez que la familia de aya es zapatera 😊
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dr. murdock
15/10/2014 03:41:01 pm
viendo las fotos que publico, me salto a la mente un chispazo y por eso se lo agradezco, de antemano le doy las gracias quien quiera que sea por la idea que dio, que no tiene nada que ver con sus zapatos, sino con reveladora idea que me salto a la mente:
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#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
September 2020
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