![]() Hace pocos nos enteramos que todos los años en San Francisco hay una pelea de almohadazos el 14 de febrero. Supongo que comenzó como terapia contra San Valentín; es buen modo para que todos (solteros o no) se desquiten con el mundo por tanta insistencia publicitaria para vender flores, chocolates y cualquier cosa de corazoncitos. Según las reglas oficiales que encontramos en el grupo de Facebook, el evento era más como una flash mob (o sea, una desorganización bastante organizada que sucede de repente) porque pedían que llegaran con las almohadas escondidas.
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![]() Por ahí del 98, mi hermana y yo andábamos en el centro de Xalapa por donde hay varias ferreterías. Una tenía una mesita en la entrada con varios frascos de vidrio, etiquetados, con tapa roja de esas de mayonesa, con polvos y geles: «ácido bórico», «veneno para ratas» y, entre otros con nombres definitivamente menos interesantes, «semen de ballena». ![]() Mi hermana tenía una amiga en la primaria que tenía un rancho en la montaña veracruzana, donde hacía mucho frío. En el rancho había muchos perros que cuidaban la casa y una de las perras, al parecer, se embarazó de un lobo; a mi hermana le regalaron una cachorrita. Mi hermana le puso Sarabi. Cuando le entregaron a Sarabi, a mi hermana le dieron un montón de instrucciones sobre los cuidados de la cachorrita porque estaba muy chiquita. Apenas acababa de abrir los ojos y no podía caminar mucho. Le dijeron que, para darle de comer, había que darle leche rebajada con té porque su cuerpo todavía no aguantaba la leche sola. ![]() El español es un idioma que hace una clara distinción entre «ser» y «estar». La RAE define ser como «haber o existir»; estar como «existir, hallarse en este o aquel lugar, situación, condición o modo actual de ser». Hasta hay chistes al respecto, como «no es lo mismo ser enfermo que estar enfermo». Aunque los hispanohablantes entendemos perfectamente, es difícil tratar de explicar la situación en otro idioma, donde solo hay un verbo para las dos cosas. ![]() Ahora que comienzan las fechas navideñas y también lo que es para muchos la pelea con la báscula, me llamó la atención una tradición que hay en varios países para celebrar la llegada del niñito Dios. Un calendario con 24 cajitas que van contando la historia de Belén; cada cajita trae un dulce o un regalito. Les llaman calendario de adviento. La primera vez que me topé con uno de estos calendarios fue en 2010, cuando un amigo que vivía en Xalapa recibió uno por correo de su familia en Noruega (pero no era para mí, así que no me tocó nada). El primero que compré fue porque estaba en descuento en el súper, en 2013, después de la Navidad. Este año compramos otro. ![]() La semana pasada se metieron dos codornices a mi casa y entré en pánico. Hubo algunos afortunados a los que les tocó ver las fotos y el video, por que no sabía qué hacer. Para los que dicen que no le tengo miedo a nada, definitivo no me han visto cerca de cualquier animal con pico y definitivo que tampoco saben el por qué. Todo comenzó con un tlacuache, un gallo, dos conejos, un perro (mitad lobo) y mi cabeza. En el 96, cuando fuimos al Chedraui de Lucio, nos compramos dos conejos, uno amarillo (Madonna) y uno negro (Whitney). Cuando llevé a Whitney a mi casa, mis mascotillas de aquel entonces –el Rufo y la Cucha– acorralaron al conejo, así que tuve que llevarlo a casa de mi tía, a la que le habíamos regalado al perro lobo. ![]() ¡Tengo gripe! Así que ayer me quedé en mi casa a perder el tiempo en Facebook viendo los comentarios y muros de otras personas. Vi que Tardar Sauce, la gatita que muchos conocen como Grumpy Cat, iba a visitar San Francisco. El evento fue en el Macy's del centro, que está muy cerca de mi escuela, así que decidí ir a ver de qué se trataba. ![]() Hace poco tuve en mi clase de comportamiento del consumidor un expositor invitado que nos habló de la diferenciación de productos. Este hombre trabaja para SKYY, un vodka gringo que se produce en San José (a una hora de San Francisco) que al parecer es un producto muy exitoso. En las diapositivas nos explicó que el modo en que las bebidas alcohólicas ganan terreno es agregando esencias o sabores, para poder utilizar más espacio en las tiendas y estar visualmente presentes en la mente de los compradores. ![]() Bien podría venderla esta historia a Silvia Pinal. El año pasado, cuando fui a Xalapa, andaba comiendo helado con mi mamá en Los lagos; de repente, muy al estilo de mi madre que siempre se guarda los mejores chismes, me enteré de la razón de mis desventuras. // Nos conocimos en 2010, unos meses antes de irme a Oslo. Él era el amigo de un amigo de mi novio; los tres querían comenzar un negocio de pizzas. Estábamos en la casa del amigo aprendiendo a hacer la masa y él estaba parado frente a mí, del otro lado de la mesa. Estiró los brazos para tomar mis manos, «qué chiquita estás». Con su índice, me puso harina en la nariz. La cocina estaba llena de gente, pero para mí estábamos solo él y yo. En septiembre, año del bicentenario, mi novio hizo una noche mexicana en la azotea de su casa. Había tequila por todos lados. En la madrugada, subí al tapanco en el cuarto de su hermano porque ya no aguantaba más el sueño y alguien me abrazó. De repente llegó el hermano, «te voy a llevar al cuarto para que descanses»; no sonaba muy contento. Al día siguiente me enteré quién me estaba abrazando. ![]() México es un país violento. No lo digo por Ayotzinapa, ni los cárteles, ni el gobierno, ni todo lo que está en las noticias. En México, la violencia es una cultura, es lo normal; sean tan amables de ser honestos y aceptarlo. No se engañen ni digan que no es cierto. El año pasado fui con mi mamá al súper y vi a una señora jalándole el pelo a su hijo (o de quien fuera el niño que venía con ella). Yo, indignada le dije a mi mamá que alguien debería decirle que no lo haga. Mi mamá me respondió que no me metiera en esos asuntos porque no es mi hijo y cada quien sabe lo que hace con sus hijos. A mi parecer, esa señora claramente no sabe lo que está haciendo, pero el problema es que, hasta la fecha, me siento culpable de no haberle detenido el brazo o haberla reprendido por su comportamiento. ![]() Para propósitos genéticos, demográficos y culturales, soy mexicana. Para propósitos profesionales y académicos, soy traductora. Parte de mi trabajo es hacer que dos idiomas diferentes se entiendan; parte de mi cultura es comunicar que México es una mezcla de etnias desde hace más de 500 años y que nosotros somos el verdadero melting pot. La belleza del Día de Muertos no es el pan de muerto, las calaveras de dulce o el papel picado, sino su fortaleza: la subsistencia de una celebración prehispánica que se disfrazó de rito religioso que ni la construcción de catedrales con restos de pirámides, ni la esclavitud de sus pueblos, ni la imposición de un nuevo idioma pudieron derrocar; es una celebración tan grande que ya cruzó fronteras y hasta le andan cambiando el nombre por su traducción inversa. ![]() El 24 de septiembre el Rey Felipe VI de España pidió ante la ONU que el español no tan solo sea lengua oficial, sino también de trabajo. Aunque el español sea el segundo idioma que más se habla como lengua materna (porque hay muchos, muchos chinos), no tiene el predominio que debería, creo yo. El inglés es el idioma que más se habla como segunda lengua, así que es muy probable que te encuentres a alguien que hable inglés, pero no tan correctamente como debería. De hecho, hay más personas que hablan inglés como segundo idioma que quienes lo hablan como lengua materna. El problema con el español no es que no se use, es el segundo idioma más usado en Facebook y Twitter, sino que los mismos hablantes (sobre todo los de la clase media en adelante) lo desprecian. Muchos piensan que «el español no sirve de mucho», en cuanto a ciencia, tecnología o lo que quieran. Si no me creen, échenle un ojito al comentario en Twitter. Él y yo nos conocimos al principio de un camino que ninguno de los dos terminó: la licenciatura en física. No les voy a mentir. La primera vez que hablé con él fue en plan ligador. En es mismo momento me enteré que pronto iba a ser papá (y eso de andar con hombres casados y con hijos es algo que sólo he hecho una vez y no lo vuelvo a hacer), así que mi plan de ligue se acabó, pero comenzó una muy buena amistad.
![]() Hay muchos que dicen que el internet está haciendo que la gente sea más distraída y ponga menos atención. Que no los engañen. Conozco mucha gente que es distraída, despistada y tiene malísima memoria desde antes que el internet existiera para uso personal y comercial. He visto gente caerse en un hoyo en la calle después de decirle tres o cuatro veces: ¡Cuidado, un hoyo!, ¡Hay un hoyo!, ¡OYE, MIRA EL...; hay personas que me han presentado varias veces y nunca se acuerdan de mí *snif*. La única diferencia entre el mundo digital y el mundo real es que ahora los usuarios de internet pueden ponerse los moños y esperar varios resultados relevantes en segundos cuando buscan información sobre un tema específico; por eso casi nadie lee mi blog. ![]() Mi mamá no cocina, no porque no sepa, sino porque no le gusta (aunque tenga postdoctorado en hacer tortillas a mano). Así aprendí que en esta vida hay que saber hacer de todo y hacerlo bien, pero sólo hacer lo que nos gusta. Mi mamá nunca me inculcó una religión, pero me llevó a varias iglesias, templos y lugares de oración para que yo tuviera conocimientos de las costumbres de cada religión y pudiera hacer una decisión informada. Así aprendí la importancia de la educación, la información y la tolerancia. ![]() Los que me conocen desde hace más de 20 años, seguro que alguna vez han visto mi gigantesca casa de muñecas que fue la sensación de todas mis fiestas de cumpleaños, cuando estaba en la primaria. La casa de cedro, de unos 50 kgs y 1.20m de alto, es una réplica de la casa que era de mis abuelos, que ahora es de mi mamá. En la madrugada de un Día de Reyes en 1991 esa casa de muñecas llegó a la casa de mi abuelita, junto con unos Cabbage Patch (Sandy y Miguelito). Todo mundo se dio cuenta. La casa era tan pesada y la puerta de entrada, que en aquel entonces era una puertita amarilla y ahora es un portón azul, eran tan chiquita que fue imposible meterla discretamente. No estaba tan joven cuando se murió mi abuelita, pero me acuerdo de pocas cosas sobre ella; de lo que sí me acuerdo mucho es de sus manos. Mi abuelita tenía las manos muy grandes. Cuando era joven, tocaba la guitarra de siete cuerdas y hacía zapatos. Todavía están por ahí los moldes que usaba.
![]() A pesar de que Xalapa ha crecido un montón y muy rápido, para desgracia de una gran parte del bosque de niebla, todavía queda por ahí un poquillo de la esencia del pueblito lluvioso de mi juventud (y con juventud me refiero a cuando tenía 5 años, no 25), sobre todo cuando se trata de café. Antes llevaba café (del Bola de Oro, porque es el que toma mi mamá) como regalo cada vez que viajaba a otro país, hasta que –para mi sorpresa– la gente se empezó a quejar. En Holanda, por ejemplo, los que recibieron el café se aconsejaron que había «que ponerle el doble de carga porque no levanta, ni sabe a nada». Corría el año del 2000 cuando mi hermana, mi madre y yo nos embarcamos en un viaje memorable que no quedó documentado en ninguna foto ni red social, pero seguro estará por mucho tiempo en 3 hipocampos –la parte del cerebro responsable de la memoria a largo plazo, no el caballito de mar– y, ojalá, después de leer esto en muchas otras (sí, la tuya). No había Facebook, Instagram o Twitter. En general, el uso comercial del Internet estaba apenas empezando en México (y en el resto del mundo) y no había muchas páginas para compartir historias tanto como las hay ahora.
![]() La segunda vez que estuve en Noruega en pleno invierno, a Chris y a mí nos dio un ataque de espontaneidad. Estábamos viendo en la tele un programa sobre la Aurora Boreal y se nos ocurrió buscar en línea qué tan lejos nos podía llevar un tren desde Oslo. Revisamos los itinerarios y compramos un boleto para el día siguiente hacia Bodø, un pueblito perdido en el norte de Noruega que ya está dentro del círculo polar. Nos fuimos con una caja de galletas, un montón de agua y toda la ropa térmica que teníamos. Supongo que muy poca gente tiene la valentía de sentarse en un tren por 18 horas, sobre todo porque hay aviones que te llevan en 1 hora por el mismo precio (si reservas con anticipación). Casi siempre hay conexiones en las ciudades más grandes, así que hay que parar. Salimos de Jernbanetorget hacia Trondheim. En Trondheim esperamos una hora para ir a Bodø. ![]() Mi primer día de clases en la Celestín Freinet es algo que siempre voy a recordar. No porque fue una escuela en la que quise estar desde que tenía 4 años. No porque estaba feliz de ya no estar en una escuela católica. Sino porque, el miércoles 11 de marzo de 1998, ha sido uno de los días más incómodos de mi vida. A las 7:30 de la mañana entré a un salón de ladrillo con cuatro mesas. Todas las mesas estaban llenas excepto la que estaba frente al pizarrón, que tenía un asiento vacío. Me acerqué a la mesa porque iba a comenzar la clase de matemáticas y necesitaba un lugar. La conversión, exactamente como sucedió, fue así: ![]() Dicen por ahí que «no se juzga un libro por su portada» pero ahora que trabajo en una biblioteca y acomodo libros todo el tiempo, juzgar portadas es algo que hago mucho. Una portada que me llamó la atención es la de Crimes Against Logic [Delitos contra la lógica] de Jamie Whyte. El libro habla sobre falacias, contradicciones y otros axiomas filosóficos; tiene ejemplos de cómo la gente (sobre todo en puestos públicos) abusa de las palabras para confundir y, de paso, cometer delitos contra la lógica. ![]() Los que me conocen sabe que no acostumbro maquillarme mucho, pero tampoco por no usar mucho un producto significa que no se deba investigar su procedencia. Eso es hacerse de la vista gorda y ser mal consumidor. Uno de mis propósitos de año nuevo fue dejar de consumir productos con los que se experimenta en animales. Hemos ido reemplazando poco a poco muchos productos de limpieza e higiene personal y ahora le toca a mi maquillaje. Para saber qué elegir, revisa una lista de PETA. ![]() Después de más de un año de trabajar en la biblioteca de mi escuela es muy claro para mí que la gente no lee; no hablo de libros, periódicos o cosas serias, sino nada, en general, ni siquiera los anuncios publicitarios ni advertencias en la calle, como los de «calle cerrada» o «cuidado con el hoyo». Mi madre dice que el mundo es para los listos; yo digo que es más bien para los que leen. Hay muchos que dicen que la vida es también cosa de suerte, yo digo que es cosa de leer. Corría el año del 2006 cuando salió una convocatoria para todos los estudiantes de Física en México que estuviesen interesados en participar en un taller de divulgación sobre Óptica y otros temas selectos. La beca incluía los gastos de hospedaje y alimentación durante una semana en las instalaciones del INAOE en Puebla. Con una presentación gráfica lista para el Congreso Nacional de Física en octubre, mi novio de aquel entonces y yo decidimos enviar una solicitud y tres días después nos enviaron una confirmación de aceptación al evento. Las instrucciones eran las siguientes:
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#GelichuCuando Angélica va de camino por un té y no tiene nada con qué escribir o está a punto de quedarse dormida, se le ocurren las mejores ideas. Más sobre ella. Notas anteriores
September 2020
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